CABARET
(O EL INSOMNIO DE LAS CALLES VACÍAS)
“Hay días en los que la tristeza es ofensiva y desgarra a jirones y otros en que es lenta como la pereza. Y no hay palabras para este frío o para el repentino sobresalto del dolor que puedan aliviar el ahogo.”
“Continúo con mis raíces desangradas y sin rincón donde llorarlas. Los relámpagos se reflejan en mis techos iluminando los límites de los contornos de cuatro paredes custodias de la herencia legada antes de mi último nacimiento que aparece como un porte de propósitos en mis doradas manos conductoras.”
“Qué más quiere que le diga... por favor. Qué más quiere que le diga.”
Aquel día regresó por inéditos caminos de la ciudad de la que pretendía escapar. Tan vieja era esa urbe para su corta vida que se asombraba con las tiendas apenas inauguradas en las sabidas vías de sus paseos y de las que se alejaba preguntándose “¿qué había antes ahí?” sin poder si quiera recordarlo en los revividos pasos que mudaban ahora en trancos de calzada ajena; con los nombres de las calles de personas perfectamente anónimas para él y sobre las cuales, a causa de la emponzoñada desgana, nunca llegaba a consultar en su compacta enciclopedia de no-sé-cuántas-mil nuevas entradas; o con los tendales de ropa en los balcones de pisos exteriores de novísima construcción (edificios levantados con formas imposibles para su orientación y un ladrillo visto, ora cenizos, que tratara de transferirles una antigüedad desprovista cercana a los años setenta) repletos de mudas color entre bayo y trigueño. Le sorprendía pensar cómo las bragas y calcetines, a pesar de los óbices que las nuevas arquitecturas les brindaban, se manifestaban victoriosas con la simple defensa de un clavo en el alfeizar y una cuerda verde adquirida, casi más como un souvenir abaratado de cualquier todo a 0’60€ que como un aparejo propio de ferretería, ante los peatones y transeúntes que, en un acto de tregua, alzaban la mirada más allá del asfalto de la metrópoli.
te deseo
tanto
como el ansia
de vida
de una brizna de hierba
entre el asfalto
de una calle empedrada
empedrada...
...
...
...
como una vieja
calle lisboeta
Guardó la composición estampada a lápiz sobre la servilleta que a su vez asistía a la necesidad de posavasos entre las páginas de su cuaderno de hojas blancas sin cuadrícula que, inerte a sus ojos, decoraba la mesa en la instantánea del efebo muchacho tomador de café en vaso de caña.
Tres versos, casi al final de la poesía originalmente impresa, quedaron desdibujadas por lo frágil del material para su edición y es por ello que su reproducción haya quedado incompleta como un recuerdo difuminado con un tintineo de lágrimas por su no recuperación.
“No. Nadie puede velar el insomnio de las calles vacías de aquel que pretende huir de ellas. Ni descubrir el germen de las palabras perfumadas que no desean ser dichas por su interlocutor, escapista de comparecencias dilapidadoras de vehemencia. Querer revelarlas es buscar formarlas con las letras hervidas de una sopa que fermenta y enmohece con el calor de la propia omisión del olvido. Ni promover la versatilidad de estados como si de mercancías devaluadas se tratase.”
“Los recuerdos retornan sorpresivamente desparramados sobre el suelo de la misma manera que al sacudir unos pantalones para lavarlos una fina estela de lluvia de arena de playa cae desde los bolsillos hasta la base de tus pies y al recogerla con tus manos descubres miles de puntos de color que no pudiste distinguir sobre ese blanco sucio uniforme salpicado de algas y piedras que aquel verano depositó en tus prendas temeroso de su olvido”
“Puedes olvidarte de recoger el sobre que alimenta tu café que viaja con la corriente de una puerta abierta más allá del alcance de tu mano aun habiéndote propuesto recuperarlo del mármol que acoge desde la temprana hora de los desayunos una variada colección de otros tantos sobres de azúcar, chicles, servilletas, palillos para los dientes, cigarrillos rubios, negros, recién encendidos y arrojados precipitadamente o con la boquilla incluso apurada hasta el extremo por unos labios que pareciera hubieran sido pintados con carmín a brochazos.”
“Puedes olvidarte de ese comentario tan importante preparado en el trampolín de tu boca que en el curso de tu interpelación hubiese supuesto un giro brusco, adecuado y a tu favor frente al resto de argumentos interpuestos por los intervinientes de una conversación de la que deseas salir arrepentido de alguna observación propia que invitase a la predecible incomodidad en la que te encuentras.”
“Puedes olvidarte de estos detalles fácilmente, pero ni el verano ni las estaciones en las que se prensó el aceite permiten el despojo de su recuerdo que el tiempo tratara de arrebatar con una victoria que de antemano honra a la eternidad desde que ésta fue consagrada con el amor de nuestras almas.”
¿Quién te hizo de océano, pequeño naufrago de ochenta y ocho teclas de mar? Nadie comprende tu regazo magenta de albahaca y muerte. ¿Adónde caminas, insomne, con un jardín de flores secas en la hornacina de tu vientre?
Reanudó su particular singladura avanzando por la, invisible al vórtice de miradas extrañas, senda de piezas de mosaico (¿o más bien se le devenían en arcilla blanda sin cocer?) al ritmo de una guitarra tañida en las escaleras de emergencia intrínsecas a cualquier patio interior o callejón trasero de primitivos filmes hollywoodienses tintados por la mezcla de granulados matices cárdenos, glaucos y bermejos como respuesta a su actual coloración a la que, después de varios compases medidos por las zancadas de sus piernas, se le unen violines que relajan la marcha y animan al susurro de la melodía de las vocales. La concentración del paso cedió a favor de las cadencias tangibles para unos ojos cerrados y en la improvisada escala de su ageométrico trayecto y con el beneplácito de los arrullos graves y monótonos de aventuradas palomas optó, mientras entreabría sus párpados dejando la abertura de dos listones de persiana, por la prórroga como un gesto de generosidad para sí mismo.
“Discúlpeme. ¿No podría hacer una excepción y permitirme fumar durante el rato que esté con usted? Le aseguro que lo haría todo más fácil. No, ya veo que no. ¿Y cambiar de disposición los muebles? Quizá con la nueva perspectiva encuentre un punto de apoyo que... bueno, que me permita... ya sabe.”
Aquella tarde fue la última vez que se dirigió a alguien en forma de diálogo. Clausuró el tiempo de los parlamentos. Llegó la ocasión de no participar en la primera máxima del lenguaje para no ser ni emisor ni receptor de un mensaje que se le apetecía incorpóreo para cualquier soporte.
Después se acogió a la determinación de desvanecerse para atravesar las fronterizas líneas de lo real; si no podía escapar de ellas desaparecería eclipsando su estado de las intransigentes leyes de la medición.
Quizá en el mundo que no recogen los cartógrafos halle nuevos perímetros que trasciendan las lindes de los cánones de la racionalidad. Quizá allá, donde se rompe la regla de unidad de tiempo y espacio, se permita cambiar de disposición los muebles en un universo de perspectivas. Quizá los abandonados tordos métodos disciplinados de comunicación transmuten en la ligera forma del compás de soplos transparentes que descansan en el centro de los sueños. Quizá la vacua inexpresividad de su rostro seco y apolillado como el fondo de una buhardilla, otrora secreto escondite infantil para los compartidos juegos de la imaginación, venza la erosión del rictus con el despegue de los labios para la recepción del efecto del tacto.
Quizá descanse donde los cuerpos se reclinan en el níveo y áureo espacio reservado para los héroes.
Nacho Hevia
18 comentarios:
"Después se acogió a la determinación de desvanecerse para atravesar las fronterizas líneas de lo real;" uf.... yo he querido hacer eso,
me cautivó el relato.
El primer parrafo, encomillado, quiero tu permiso para usarlo, es un clasíco "aquello que quise decir..."
gracias por este relato. Quiero leer más.
Nacho, no dejes de escribir y encantar.
abrazote
Nacho: quién te hizo de océano, tierra fecunda, cielo soleado y aire tan fresco?
Posteas en un jardín de palabras encantadoras... Nacho poesía... Nacho oasis... Nacho ambrosía...
te quiero, te sigo y te admiro.
tu amigo faBio ;)
Humanista:
Me alegro de que te haya cautivado...estaba temeroso, la verdad... no sé si era (y lo digo humildemente) accesible.
Es un honor que quieras incluir ese párrafo en tu sección "lo que alguna vez hubiera querido decir pero ya dijo otro". Gracias.
Ojalá llegue el día en que no pueda dejar de escribir porque esté viviendo de eso mismo.
Abrazote y gracias ;)
FaBio:
La vida y la muerte te van haciendo de océano, la soledad del polvo y la de las cerillas en las esquinas...
Pero esas 88 teclas de mar clarean mi cielo, hoy vuestro-tuyo, y refrescan alma y boca.
No me admires, Fabio...prefiero que me quieras.
Compañero y amigo mío...gracias.
;)
Bonito relato con sabor a poema este con el cual nos sorprendes hoy. El cual además, invita a releerlo varias veces para no perderse uno nada.
Muy bueno, Nacho.
Un beso.
Mario:
Gracias... Reléelo cuantas veces quieras...o detente donde gustes... es un relato completo, aunque cada cual que disfrute con la parte que más guste...
Besos!
Soy un Macho/cabezadura, primate total en la prosa, ya lo sabes!
Igualmente, veo lo que me llama la atención. El primer párrafo entrecomillado (qué chikilin, jeje), en serio se lo he compartido a una señora amiga mía, cuando lo has posteado hace un tiempo atrás. Es valiosísimo y real te felicito Nacho.
Y otro que también se ve a la distancia, otro que has compartido hace poco con la foto de la flor tan bonita. Me hace acordar, como te dije, a Annie Lennox y su canción.
Dame tiempo para entenderte, soy cabeza dura, pero con corazón blando para recibir lo que nos compartís. Las descripciones son riquísimas, sos valioso!
Gran cariño hermano, besos de todos colores para vos y la gran compañia que nos hacés.
Tuve que volver a leerlo, dedicarte tiempo, y verdadera atención.
Me ha gustado mucho, el vocabulario que acompaña, imágenes y emociones. Escribir es un delicioso viaje, tienes buenas velas...( y mejor Madera)
Gracias por el placer.
:o)
F e r n a n d o:
Hermano, este relato, aunque es "completo" puedes (podéis) coger las partes que queráis, como has hecho tú con el primer párrafo. Es muy poético y está sujeto a múltiples interpretaciones. Así que olvídate de eso que eres un machocabezadura, porque no me lo creo. Eres tremendamente sensible y tu corazón abierto, vulnerable y hermoso, disfrutará en los párafos donde se acomode.
Gracias por tu compañía y sinceridad.
Besos puros y llanos, sin poesía y sin palabras.
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Gabriela:
Qué bueno tenerte de nuevo por aquí. Tu presencia me segrega más resina para lustrar mi madera!
Y más si has sentido placer al leer mi puzle de palabras.
Eres rica y hermosa. Qué suerte la mía!!! Yujuuu!!!
Besos que vuelan con raíces en tierra.
Gracias por esta maravilla, por este momento de tranquilidad cuando te leo, por hacer bello lo bello, por las emociones y el disfrute de tus palabras. Gracias por amueblar mi pequeño universo.
Besos del alma.
Pues dejaré de admirarte si así me lo pides... pero quererte, ya te quería de antes...
un beso y que tengas un xeceente fin de semana!
de corazón a corazón
;)
KappyQueens:
Gracias a ti por leerme con el alma abierta. Me emociona saber que dejo mis trazas en tu universo, el cual se distingue como pradera hermosa donde descansar...
besos suaves llenos de paz y tranquilidad
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Fabio:
Tus palabras y sentimientos son más que suficientes para hacer de este fin de semana un sábado y domingo excelentes! para qué llamar el sol desde la orilla si te tengo a ti!
De corazón a corazón
;)
He entrado en tu blog casi por accidente y ha sido una convulsión. Deja que pasen unos minutos y te diré los efectos secundarios... De todas formas... pase lo que pase... está bien convulsionar... Un abrazo.
Valioso, eso es lo que veo en tu escrito. La descripción que no cualquiera se arriesga a hacer de la alienación.
H e r m a n o!
La gente viene y se queda impactada con tu escrito. Veo a Alejandra Pizarnik, ahora Gabriela Mistral, Dalí maravilloso.
En fin, gracias por la belleza que vemos cuando nos asomamos por tu ventana.
Ahora entendí tu escrito, creo, mucho más que en la primer lectura.
Era cosa de tiempo nomás?
Gran abrazo hermano, realmente eres valioso y tu belleza la vemos todos, te quiero mucho.
PD: No tienes alguna pista de esos tres versos que faltan?, muero de curiosidad como todos aquí seguramente.
FerNando.-
quería leerlo con calma. me maravilla tu capacidad de sublimar lo cotidiano, descubrir el universo en la arenilla que se desparrama al sacudir unos pantalones. sacudido me quedo yo. GREAT!
Me dice mi Álex que daría tres kilos de sus sueños a cambio de saber lo que ponía en esas tres lineas que quedaron borradas en la poesía.
El no sabe de metáforas, como tampoco de puntos suspensivos ni de abrazar mundos tangibles.
Impresionante relato.
Muy bonito como siempre. Ha sido una innovación en el modo que venias escribiendo. Vale
Saludos
f e r n a n d o:
Gracias pot todo tu cariño y por el hecho de tratar de comprender-entender este texto que entiendo que pueda ser poco accesible y que, como dice Germánico, se sale de la línea que venía escribiendo.
Realemente no creas que tienes que descubrir el significado de las palabras que escribí... lo que tú entiendas es tan válido como lo que yo pensaba cuando lo escribí.
Ah...y los tres versos...en vista de que sois varios quienes los demanan... los "postearé" jejeje
besos, hermano
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Raúl:
Gracias por tu tiempo y dedicación. Tu opinión me resulta, siempre, muy interesante y la tengo en cuento como la que más.
Tú sí que eres GREAT
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Os-K-r:
Dile a tu amigo Álex que se guarde sus sueños, que en algún momento los necesitará. Pero que se quede tranquilo...que los podrá leer.
Un fuerte abrazo para ti y para Álex
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Germánico:
Verte por aquí siempre es una alegría.Gracias por tus comentarios.
Abrazos
Sosopancontraunnik:
Bienvenido a este espacio!
Te espero aquí para cuando desaparezca la convulsión, jejeje
Abrazos y saludos!
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