No sabes cómo, cuándo, qué fue lo que... sólo intuyes razones que tornan en culpas, cómplices de la soledad que te rodea y te pone a prueba para ver cuán fuerte eres, si es que, a caso, necesitares superarte y no sólo ser un sumiso paciente que aguanta sin pensar hasta dónde decir basta.
No lo sabes pero, ya para qué, si, después de esto, seguir preguntando es un maquiavélico placer tan agresivo como desear volver a Kansas a tres golpes de tacón.
No lo sabes pero, ya para qué, si, después de esto, seguir preguntando es un maquiavélico placer tan agresivo como desear volver a Kansas a tres golpes de tacón.
Nacho Hevia
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