lunes, 26 de noviembre de 2007

alfileres


con marejada desordenada
caen tus párpados
en sorda percusión al cerrarse
como mil hirientes alfileres acerados
descolgándose de la piel de tus manos
atenazados en el íntimo grito de los pensamientos
hasta desbordarse





Nacho Hevia

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