No hay silencio
que me incline,
atento a cada paso
de regreso;
caricia de ortiga blanca
en cada punta de mis pelos.
Madre, no hay descanso
en el silencio.
que me incline,
atento a cada paso
de regreso;
caricia de ortiga blanca
en cada punta de mis pelos.
Madre, no hay descanso
en el silencio.
Nacho Hevia
Torrelavega – Cabezón de la Sal
No hay comentarios:
Publicar un comentario