
DESPISTE
Me acerco y anoto sus nombres. Con esa dichosa manía que tienen de escribir todo con esa letruja enana me tengo que acercar tanto que hasta podría imprimirse en mi frente. Pero, luego ¿cómo los leería? Je, je, je. He de saber en qué estaciones me he subido y bajado para poder volver antes de que cierre la residencia. Por cierto ¿qué hora será ya? Juraría que me puse el reloj de muñeca. ¡Ay, otra estación! ¿Dónde diablos estará el papel donde las apuntaba? Bah, ya me acordaré cuando regrese. A todo esto… ¿dónde es que iba yo?
Nacho Hevia